martes, 1 de septiembre de 2015

¡Bienvenido septiembre!

Uno de septiembre. Empieza la vida después de la buena vida, la de las vacaciones, la de dormir dos y tres horas de siestas todos los días, la de disfrutar del sol, los paseos junto al mar, la comida rica y sin prisas, vivir sin la necesidad de comprobar el reloj para ver si los niños se tienen que acostar, que mañana tienen cole; y leer, y no me refiero a leer dos páginas quedándome medio dormida, sino LEER. ¡Un libro en una semana!, que para muchos puede sonar a chiste, pero para mí es inaudito con los enanos, y realmente lo echaba de menos… ¿qué os voy a contar que no sepáis?

Reconozco que una parte de mi desearía eso a todas horas. Otra, teniendo en cuenta la realidad de que no vivo en la costa, sino en Madrid, me dice bien clarito –Oye, tú, deja de flipar, que sabes perfectamente que si vivieras ociosamente metida en casa con los niños 24 horas al día, te volverías cucu en una semana-. Y tiene toda la razón del mundo. Porque las vacaciones son eso, vacaciones. Las disfrutas y las exprimes al máximo porque sabes que son finitas, y cortas. Pero una servidora necesita volver a su rutina, con horarios, con conversaciones adultas, al menos unas horas al día; y con la prole metida en la cama a las 8 de la tarde para tener un ratito  (corto), de vida marital. Ya estamos de vuelta, ¡bienvenido septiembre! Esa rutina de la que tanto me quejaba en mi anterior post, (aquí). ¡Si es que una no sabe ni lo que quiere!

Los últimos quince días, aparte de lo que os comentaba en el primer párrafo, han dado para mucho, sobre todo mucho pensar. Siento dejaros con la miel en los labios, pero hasta aquí puedo leer, o mejor dicho, escribir. El resto, próximamente.

Lo que sí puedo contaros es la sensación de satisfacción con la que estoy desde hace una semana, cuando di ese primer paso hacia el emprendimiento. Una toma de contacto que me sirvió para centrar las ideas que yo tenía apelotonadas en mi cabeza, organizarme, y coger toneladas de fuerzas y energía para seguir avanzando. He leído muchos blogs y artículos de gente que habla de su nueva vida después de emprender; de su empresa, de su proyecto, con el cariño con el que una madre habla de sus hijos, y me he dado cuenta de que yo misma hablo de ello sintiéndolo así, porque en cierta medida esto es como un hijo más, nace de ti, se gesta dentro de ti, y tú le ayudas a desarrollarse y a crecer. De momento falta mucho para eso, digamos que aún estoy de unas pocas semanas, por seguir con el símil. Pero la ilusión es igualmente inmensa.

Así que empezamos septiembre con las pilas cargadas, con esta carrerilla que he cogido que me hace sentirme imparable, y con esta foto de las vacaciones. Como no, la playa.



¡Feliz martes! 

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