sábado, 21 de octubre de 2017

Los "yo nunca" más memorables de mi maternidad, (por ahora)

Hace un siglo que no escribo en el blog, de lo cual no me siento nada orgullosa. Y la excusa de que la vida no me da, cuando se usa para todo, empieza a sonar cansina… así que dejémoslo en que aquí estamos de vuelta, y haremos como que no ha pasado nada.

Desde que soy madre, y creo que como nos habrá pasado a todas las madres, me he tenido que comer muchos “yo cuando sea madre nunca...”. Ayer me puse a pensar en ello y lo que empezó como una pequeña reflexión, ha terminado como una entrada nueva del blog. Además con cada nuevo hijo, voy sumando a la lista. Así que por qué no llamarlo “Los “yo nunca” más memorables de mi maternidad”?


Empecemos:

#1: Yo nunca colecharé: bueno, en este caso ese “yo nunca” suena muy drástico, pero es así, siempre he sido de “cada uno en su cama”, y he podido cumplirlo más o menos con Enzo y con Maya, pero entre la llegada de Vera y el cambio de vida a Berlín, últimamente nuestra casa por las noches es un caos entre despertares nocturnos, tomas de teta, toses, fiebres…, así que nos hemos rendido, y hemos acabado comprando una cama de 180x200 para que si al menos tenemos “visita” nocturna, no nos despierten. Otra cosa es que media hora después te despiertes porque te dan un manotazo en la cara o porque te encuentras una rodilla clavada en los riñones… a eso aún no le hemos encontrado solución.  A mitad de la noche hacemos “repartición” de niños de nuevo, cada mochuelo a su olivo cuando ya están profundamente dormidos, e igual con un poco de suerte podemos aguantar así hasta el día siguiente. Así que sí, a ratos, pero acabamos colechando por pura supervivencia.

#2: Yo nunca les chantajearé para que hagan algo: Mentira, y de las gordas. Utilizo el chantaje casi todos los días, incluso varias veces al día algunos días. Mis hijos bajo chantaje funcionan de maravilla en situaciones en las que hay una alta probabilidad de desmadre, como por ejemplo, ir a hacer la compra. Así que llegamos al súper mercado, y lo primero que hacemos es ir a coger un yogur líquido de estos tipo el Danonino, no se ni cómo se llama la marca alemana, nosotros le seguimos llamando Danonino. Y una vez con el Danonino en la mano, cualquier conato de sublevación se resuelve con un “no hay Danonino ¿eh?”.
Soy perversa, lo sé. Pero ir a la compra con tres niños es una misión de alto riesgo, y una tiene que ingeniárselas para sobrevivir a ello.

#3: Yo nunca mentiré a mis hijos: puffff, por dónde empezar… bueno, ya que nos habíamos quedado en el súper mercado, puedo contaros que cada vez que vamos, suprimo los impulsos consumistas de los niños ante cualquier cosa con un “vale, lo apunto para la lista de tu cumpleaños” o un “claro, lo ponemos en la carta para los Reyes Magos”, lo que antes toque.

Sí, ya sé que debería pararme y hacerles pensar en si realmente necesitan ese huevo Kinder, o ese cuento, o esa bolsa de patatas fritas, o esa revista con el juguete-regalo más chungo del mundo, pero me pide tantas cosas por pasillo cada uno de los dos, que si tuviéramos que estar reflexionando con cada una, nos echarían cada día a la hora de cerrar. Así que todo va a las “listas” que mamá tiene “en su cabeza”. Por suerte la pequeña de momento lo único que pide es teta, veremos cuando empiece a hablar…
Si estáis pensando que soy una madre horrible, leed la última frase del #2 otra vez.

#4: Yo nunca perderé la paciencia. Creo que igual si tengo tres o cuatro hijos más, consigo quitarme este “yo nunca” de mi lista, porque voy desarrollando la paciencia a medida que tengo hijos. Pero de momento ahí lo tengo, soy humana y pierdo la paciencia muchas más veces de las que aparento. Imagino que con el primero aprendemos todos, incluso a tener algo más de paciencia que antes de la maternidad cuando era yo-mi-me-conmigo. Con el segundo hijo, ya tienes experiencia, y eso siempre es un grado. Creo que en mi caso, con la llegada de la pequeña berlinesa, estando aquí solos, no me ha quedado más tu tía que desarrollar la paciencia hasta límites insospechados. Así que be water, my friend.

#5: Yo nunca les pondré una película en bucle para poder tener un rato de tranquilidad. Bueno, he de decir que siempre he sido un poco estricta con el tema de la tele, y desde hace ya tiempo tenemos decretado “apagón tecnológico” en casa de lunes a viernes, así que los fines de semana levantamos un poco la mano, y si en la calle caen chuzos de punta, tampoco pasa nada por ver Frozen tres o cuatro veces en 48 horas. Let it gooooooo, let it goooooooo!

#6: Yo nunca les compraré a mis hijos unas zapatillas con luces. Esto puede sonar a coña, pero es cierto, siempre me habían parecido la mayor horterada del mundo esas botas o zapatillas que se iluminaban cuando andabas y que rechiflan a los niños. Hasta que hace dos días no era capaz de distinguir a Enzo en el parque porque se nos empezó a hacer de noche y el tío iba que se las pelaba con su bicicleta. Además aquí los parques tienen una frondosidad que parecen bosques, y eso sumado a que las farolas alumbran menos que un cigarro, y que dentro de nada será de noche a las cuatro de la tarde, me hicieron comerme con patatas ese “yo nunca” cuando vi unas botas de invierno con luces para Maya. Para Enzo no había talla, una pena, así que tendré que seguir buscando. 

A ella por supuesto le han encantado, son moradas, con un poni rosa, y con luces moradas y rosas, vamos, que no pueden ser más cursis, y si por ella fuera, se las pondría hasta para dormir. Sólo por ver su cara de felicidad al ponérselas, y de paso por verla a ella en la oscuridad invernal, me trago ese “yo nunca” con Kartoffeln.

Y hasta aquí mi lista por ahora. Seguro que pensándolo con más tiempo añadiría muchos más… en cualquier caso me quedo con los “yo nunca” que sí que mantengo. 

Yo nunca dejaré de decirles cuánto que les quiero.
Yo nunca pasaré un día sin haberles hecho reír a carcajadas al menos una vez.
Yo nunca dejaré de darles un millón de besos y abrazos cada día.
Yo nunca me iré a la cama enfadada con ellos.
Yo nunca dejaré de aprender de ellos.

Y vosotras, ¿cuáles son vuestros “yo nunca”?

¡­Feliz sábado!